Residencia situada en el barrio de Miralbueno, rodeada de naturaleza. Parece una casita de campo de dos pisos con jardín alrededor. Aunque es sencilla en decoración y mobiliario nos causó buena impresión, estaba muy limpia el trato era familiar y con cariño y nos pareció agradable. Las habitaciones son dobles con el baño fuera. La cocina es casera. La persona que nos atendió, una de las dueñas, fue encantadora y se nota que tienen experiencia en el trato y cuidado de los residentes. Está acreditada por la DGA.